Las setas son muy ricas en agua. En cambio, carecen de grasas, y apenas tienen proteínas ni hidratos de carbono, por lo que su aporte calórico es muy bajo.
Hay que procurar no salarlas hasta el último momento: la sal penetra en sus poros y hace que pierdan agua. Por eso, si las saláramos al principio de la cocción, soltarían agua y se hervirían.